Un adolescente terminó en el centro de un escándalo criminal que sacudió a la frontera, luego de que saliera a la luz su presunta participación en un secuestro que mantuvo a varias personas viviendo horas de terror. A pesar de su corta edad, el menor habría asumido un papel clave en un cautiverio marcado por amenazas, miedo constante y exigencias económicas dirigidas a familiares desesperados.
Las víctimas, personas en situación de movilidad, permanecieron retenidas bajo vigilancia permanente, enfrentando intimidaciones que buscaban obligar a sus seres queridos a pagar por su libertad. El caso encendió las alarmas por la frialdad con la que se habría ejecutado el plan, demostrando que la violencia no distingue edades cuando se trata de delitos de alto impacto.

Tras ser sorprendido por las autoridades, el joven fue asegurado y presentado ante instancias especializadas, donde su situación legal comenzó a definirse. Mientras avanza el proceso judicial, el caso genera indignación y preocupación social, al exhibir cómo el crimen organizado continúa reclutando incluso a menores para cometer actos extremos.
