Muere Dick Cheney, el hombre que movía los hilos del poder desde las sombras. El exvicepresidente de Estados Unidos, cerebro detrás de la invasión a Irak en 2003 y uno de los políticos más temidos de Washington, falleció a los 84 años víctima de una neumonía y complicaciones cardíacas. Con él se apaga una de las figuras más polémicas y calculadoras de la política estadounidense moderna.
Cheney no solo fue la mano derecha de George W. Bush, sino el verdadero arquitecto de una era marcada por guerras, secretos de Estado y decisiones que cambiaron el rumbo del planeta. Desde su oficina, convirtió la vicepresidencia en un centro de poder oculto, donde se fraguaron operaciones militares, estrategias encubiertas y políticas que justificaron la tortura en nombre de la “seguridad nacional”. Muchos lo llamaban “el presidente en la sombra”.

Hasta el final de sus días, Cheney fue un símbolo de poder y controversia. Defendió la guerra en Irak incluso cuando el mundo descubrió que las armas de destrucción masiva nunca existieron. Su hija Liz Cheney heredó su espíritu combativo al enfrentarse a Donald Trump tras el asalto al Capitolio, una postura que el veterano político aplaudió sin titubeos. Hoy, Washington despide a un hombre que dominó el poder con puño de hierro, y cuya sombra seguirá recorriendo los pasillos del poder estadounidense por mucho tiempo.
