Horas después de la explosiva irrupción de la Generación Z en calles de más de 50 ciudades del país, el eco de sus gritos y consignas sigue retumbando en redes y plazas públicas. Lo que comenzó como una marcha juvenil terminó convirtiéndose en un fenómeno masivo que paralizó avenidas completas, llenó el Zócalo capitalino y puso a las autoridades a correr detrás de un movimiento que, al parecer, llegó para quedarse. Entre pancartas, banderas blancas y personajes de anime convertidos en símbolos de protesta, los jóvenes dejaron claro que no piensan quedarse callados.

En estados como Jalisco, Nuevo León, Puebla y Yucatán, miles salieron a las calles en oleadas inesperadas que desbordaron los operativos viales, provocaron caos temporal y obligaron a las policías locales a improvisar cierres y desvíos mientras los contingentes avanzaban sin freno. Aunque no se reportaron incidentes mayores, hubo momentos de tensión entre grupos que intentaron reventar la marcha, sin conseguirlo ante la fuerza numérica y la determinación de la juventud inconforme.

Tras el estallido nacional, los organizadores advierten que esto apenas es el inicio. Voces de la Generación Z aseguran que las movilizaciones seguirán, que vigilarán cada reacción oficial y que no descartan regresar a las calles con más fuerza. Lo que ayer parecía una marcha “de jóvenes” hoy preocupa a más de uno: un movimiento nuevo, impredecible y ruidoso, que no piensa aflojar la presión y que ya puso a México entero a voltear a verlos.
