Las carreteras de Chihuahua se han convertido en un auténtico campo de batalla donde miles de transportistas, agricultores y ciudadanos quedan atrapados en una protesta que amenaza con paralizar al estado entero. A casi 48 horas del inicio del bloqueo total, interminables filas de camiones varados bajo el sol revelan la magnitud del caos, mientras la economía local comienza a desmoronarse entre mercancía echada a perder, retrasos millonarios y la desesperación de quienes jamás imaginaron quedar secuestrados por la crisis.
En el tramo de Cárdenas, municipio de Meoqui, el paisaje es digno de una postal apocalíptica: tráileres estacionados desde Bachimba hasta donde alcanza la vista, choferes que sobreviven sin agua ni comida, y un tránsito completamente muerto que no permite ni un vehículo más. Algunos conductores, resignados, caminan kilómetros para conseguir un poco de alimento, mientras otros soportan la angustia de ver cómo sus cargas se deterioran, todo mientras los manifestantes celebran con carnitas y discadas para resistir en una protesta que muchos ya comparan con la histórica “guerra del agua”.

El origen del conflicto ha encendido aún más los ánimos: los productores rechazan la reforma a la Ley de Aguas Nacionales impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum y exigen mejores condiciones para el campo en medio del tenso panorama del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá. Las negociaciones están completamente estancadas y, ante la falta de un acuerdo, el hartazgo crece minuto a minuto. Sin soluciones a la vista, los bloqueos continúan y el mensaje es claro: “Si no nos escuchan, el país se detiene”.
