El municipio de Moris vive horas de terror y desconcierto tras la misteriosa desaparición de tres funcionarios municipales cuyo rastro se esfumó la noche del 19 de noviembre. Sus familias, devastadas y al borde del colapso, comenzaron a tocar puertas y a suplicar públicamente lo que las autoridades no han podido ofrecer: una sola pista de Francisco Efrén, Othoniel y Jesús Adrián, quienes simplemente “se desvanecieron” después de sus últimas llamadas, como si la tierra los hubiera tragado.
Las esposas, entre llanto, rabia y desesperación, relataron que los teléfonos de los tres hombres se apagaron al mismo tiempo, un detalle que ha encendido todas las alarmas entre vecinos y organizaciones civiles, pues podría tratarse —según ellas— de un hecho orquestado. Mientras los hijos preguntan por sus padres sin obtener respuesta, las investigaciones avanzan a paso lento, generando indignación y el temor creciente de que el caso se sume a la larga lista de desapariciones que estremecen al estado.

A pesar de la gravedad, las familias aseguran sentirse solas en esta lucha, aferradas únicamente a la esperanza y a los retratos difundidos por la Fiscalía. Con la incertidumbre carcomiéndoles el alma, imploran a la ciudadanía cualquier dato que permita encontrarlos, mientras las horas avanzan con la crudeza de un reloj que no perdona. “No queremos culpables, queremos que vuelvan vivos”, repiten, temiendo que cada minuto sin noticias sea un paso más hacia un desenlace que nadie quiere nombrar.
