La tensión en Guachochi ha estallado al grado de desatar lo que especialistas ya califican como una “neurosis social” colectiva. El miedo, la paranoia y la desconfianza se han apoderado de los habitantes tras los brutales enfrentamientos entre grupos armados, donde incluso se usaron explosivos y granadas, dejando a la comunidad atrapada en una atmósfera de terror permanente. En las calles, las miradas perdidas y la sensación de amenaza constante se han vuelto parte del día a día.
De acuerdo con el especialista en criminalidad, José Carlos Hernández, esta creciente ola de violencia podría detonar un desplazamiento masivo de familias que ya no ven futuro en la región. Sus advertencias no son nuevas: desde hace meses alertó que la guerra interna del Cártel de Sinaloa terminaría por convertir los poblados serranos en zonas psicológicamente devastadas. En varias comunidades el éxodo ya comenzó, mientras los habitantes huyen para no quedar atrapados entre balaceras interminables.

Municipios como Ojinaga, Moris, Parral y, especialmente, Guachochi continúan sumidos en un ambiente de riesgo extremo. Escuelas cerradas, negocios paralizados y calles vacías muestran el impacto de esta espiral violenta que, según Hernández, seguirá creciendo ante la indiferencia de las autoridades. Explosiones, ráfagas de alto calibre, desapariciones y ejecuciones ya no sorprenden a nadie, pero sí han dejado una huella emocional que difícilmente podrá borrarse.
