Mientras el Gobierno federal presume con orgullo la expansión del Tren de Pasajeros en el norte del país, Chihuahua ha sido borrado del mapa como si no existiera. Miles de kilómetros de vías están en marcha o en estudio en estados vecinos, pero el territorio chihuahuense quedó desamparado, relegado y sin una sola línea proyectada. Una omisión que para muchos no es casualidad, sino un nuevo golpe a una región que aporta millones en exportaciones y que, aun así, parece invisible para la Federación.

La contradicción es brutal: Chihuahua es uno de los motores industriales del país, pieza clave en el comercio con Estados Unidos, pero el Gobierno decide invertir en otros estados mientras deja a la entidad atrapada en un rezago ferroviario que supera las tres décadas. Mientras Saltillo, Monterrey y Nuevo Laredo reciben inversiones y atención prioritaria, Chihuahua observa desde la barrera cómo el tren del progreso pasa de largo… literalmente.
Especialistas advierten que, aunque el Estado podría tener un tren de pasajeros, no lo tendrá mientras no exista voluntad política. Los estudios no se hacen, los proyectos no se incluyen y la visión regional simplemente no aparece. Incluso señalan que solo un corredor binacional —Juárez, El Paso y Las Cruces— podría rescatar a Chihuahua de este abandono. Hasta entonces, la entidad seguirá siendo la gran olvidada del nuevo mapa ferroviario de México.
