El caso de César Duarte Jáquez dio otro giro explosivo luego de que el exgobernador fuera reaprehendido y enviado directamente al temido penal del Altiplano, en un operativo que desató una ola de especulaciones y tensión política. Su recorrido —minuciosamente registrado por el brazalete electrónico que porta desde junio de 2024— dejó al descubierto cada paso del exmandatario, cuyo traslado se convirtió en una especie de “ruta del poder caído”.

De acuerdo con la magistrada Marcela Herrera Sandoval, el dispositivo confirmó una secuencia de movimientos que comenzó con su detención en el exclusivo fraccionamiento Jardines de San Francisco, siguió por las oficinas de la FGR y terminó con el embarque inmediato en el Aeropuerto Internacional de Chihuahua. Cada punto marcado por la geolocalización reforzó la rapidez con la que Duarte fue removido de su entorno para llevarlo a uno de los penales más resguardados del país.
Ya en el Altiplano, donde permanecen reos de alta peligrosidad, Duarte deberá enfrentar un nuevo proceso federal por presunto lavado de dinero, mientras el primero continúa en los tribunales locales. La caída del exgobernador vuelve a encender el debate sobre redes de corrupción, favores políticos y el derrumbe público de quien fuera uno de los personajes más poderosos del estado.
