El caos y el terror se apoderaron de la carretera Parral–Jiménez luego de que sicarios armados sembraran ponchallantas para frenar a balazos invisibles la persecución de las fuerzas federales. Varias unidades del Ejército Mexicano y de la Guardia Nacional quedaron inmovilizadas, con los neumáticos destrozados, en una maniobra criminal diseñada para garantizar la fuga.

Los hechos ocurrieron la tarde de este día, cuando soldados y guardias nacionales acudían de emergencia tras reportes de hombres armados. Al llegar a la zona conocida como las Curvas de Chupaderos, las patrullas pasaron sobre los mortales artefactos metálicos, viéndose obligadas a detenerse de inmediato, lo que provocó momentos de tensión y frustración entre los elementos de seguridad.

La trampa no solo afectó a las fuerzas federales, sino también a vehículos particulares que circulaban por la zona, quedando expuestos al peligro. Mientras las autoridades lidiaban con las llantas reventadas, los delincuentes lograron escapar sin dejar rastro, burlándose una vez más de la ley y sembrando miedo entre automovilistas y habitantes de la región.
