El horror volvió a apoderarse de Ucrania luego de que misiles rusos impactaran brutalmente el puerto de Odesa, dejando al menos ocho personas muertas y 27 heridas en un ataque que desató escenas de caos, fuego y destrucción. Autobuses dañados, camiones en llamas y vehículos destrozados fueron parte del saldo visible del bombardeo nocturno, mientras equipos de emergencia luchaban por rescatar a los sobrevivientes entre los escombros.
El ataque ocurrió justo cuando se intentaba reactivar la vía diplomática para frenar la guerra, lo que avivó la indignación y la desconfianza. El presidente Volodímir Zelenski reconoció que Estados Unidos propuso una nueva reunión trilateral con Rusia, pero admitió no estar convencido de que produzca resultados reales, luego de que encuentros anteriores solo lograran intercambios de prisioneros. Para Kiev, las bombas siguen hablando más fuerte que las promesas de paz.

Mientras Moscú evitó reconocer directamente el ataque y aseguró haber golpeado objetivos militares, Ucrania respondió intensificando su cooperación con aliados europeos y manteniendo ofensivas estratégicas contra infraestructura rusa. A casi cinco años del inicio del conflicto, la guerra continúa cobrando vidas, hundiendo ciudades bajo el fuego y dejando la diplomacia atrapada entre misiles, amenazas y negociaciones que avanzan al ritmo de la destrucción.
