El Santiago Bernabéu fue testigo de una noche cargada de simbolismo y advertencias para el fútbol europeo. El Real Madrid derrotó 2-0 al Sevilla, pero el resultado quedó en segundo plano ante la escena que sacudió la memoria blanca: Kylian Mbappé volvió a marcar y se sentó en la misma mesa que Cristiano Ronaldo, demostrando que su llegada no fue promesa, sino sentencia.
El partido se inclinó desde el primer tiempo, cuando Jude Bellingham apareció sin marca para rematar de cabeza y abrir la cuenta, confirmando la superioridad merengue. Sevilla resistió como pudo, hasta que una expulsión terminó por quebrar cualquier intento de reacción. Con el rival herido, el Madrid olió sangre y esperó el momento exacto para dar el golpe final.
Ese instante llegó al minuto 85. Mbappé tomó el balón desde el punto penal, ejecutó con frialdad absoluta y celebró imitando a Cristiano Ronaldo, añadiendo un gesto personal que encendió al estadio. Con ese gol, el francés igualó los 59 tantos del portugués en un año natural y lanzó un mensaje imposible de ignorar: el heredero ya está aquí, y su nombre comienza a escribirse con letras de leyenda.
