El partido La Libertad Avanza (LLA), encabezado por el presidente Javier Milei, se perfiló como ganador de las elecciones legislativas en Argentina, al obtener 40.8 % de los votos con más del 90 % de las mesas escrutadas. Con este resultado, el oficialismo se impuso tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, donde ganó en seis de los ocho distritos que renovaban bancas.
El mandatario busca con este triunfo consolidar su base parlamentaria y garantizarse al menos un tercio de los escaños en ambas cámaras, condición indispensable para impulsar sus reformas económicas ultraliberales, enfrentar al opositor peronismo y evitar un eventual juicio político.
Las elecciones se desarrollaron en medio de un contexto económico crítico, con una fuerte devaluación del peso, inflación persistente y altos niveles de desempleo. En un intento por contener la crisis, Milei recurrió al apoyo del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien aprobó una asistencia financiera de 40 mil millones de dólares, pero advirtió que el respaldo estaría condicionado a los resultados electorales.
Aunque Milei ha logrado reducir la inflación, sus políticas de ajuste fiscal y recortes drásticos han generado malestar social, especialmente entre trabajadores del sector público, jubilados y estudiantes. Protestas masivas en varias provincias han sido reprimidas con dureza, lo que ha elevado las tensiones políticas.
El presidente enfrenta además acusaciones judiciales relacionadas con una presunta criptoestafa y señalamientos de corrupción contra su hermana Karina Milei, una de sus colaboradoras más cercanas.
Economistas nacionales e internacionales han advertido que, pese al respaldo de Washington, Argentina podría enfrentar un “Vietnam financiero” si el Congreso obstaculiza las reformas. En este escenario, la oposición peronista, fortalecida por los resultados en provincias clave como Buenos Aires, busca capitalizar el descontento social para frenar la agenda de Milei.
Analistas consideran que este resultado marca un punto de inflexión en el gobierno del autodenominado “liberal libertario”, cuyo futuro político dependerá de su capacidad para moderar su discurso, tejer alianzas y mantener la estabilidad económica en un país profundamente dividido.
