Las carreteras del país siguen convertidas en campo de batalla, donde miles de agricultores, cansados de promesas vacías y precios miserables, mantienen bloqueos en al menos cinco estados. La protesta, que inició por el bajo pago del maíz, ahora se ha convertido en un símbolo del hartazgo rural frente al gobierno federal. Mientras tanto, las filas de autos y camiones atrapados crecen por kilómetros, dejando a conductores desesperados y ciudades enteras colapsadas.
Detrás de los bloqueos hay más que enojo campesino. En cada estado —Hidalgo, Michoacán, Sinaloa, Guanajuato y Jalisco— aparecen nombres ligados al PAN, PRI y PRD, políticos de siempre que ahora se visten de productores para ganar reflectores. La presidenta Claudia Sheinbaum ya lanzó la advertencia: “hay reclamos legítimos, pero también intereses políticos.” Sin embargo, los líderes de las protestas niegan manipulaciones y aseguran que no buscan votos, sino justicia para el campo.

Aunque el gobierno ofreció un pago adicional de 950 pesos por tonelada de maíz, los productores no bajan la guardia. “Si no cumplen, volveremos a tomar las carreteras”, sentenció uno de los dirigentes desde Michoacán. La tensión continúa, los ánimos se calientan y el país entero observa cómo la inconformidad campesina se convierte en una prueba temprana para el nuevo gobierno.
