Las cifras no mienten y confirman que Lamine Yamal, la joya azulgrana, atraviesa su primer gran bajón desde que deslumbró al mundo del fútbol. El joven crack ha perdido fuerza en defensa, intensidad en la presión y ritmo físico, algo que no ha pasado desapercibido para Hansi Flick, quien ya le ha lanzado una advertencia clara: “No basta con brillar con el balón, también hay que correr y defender”.

Los números son fríos… y demoledores. Yamal pasó de 53 recuperaciones el año pasado a solo 27 en la actual temporada. Sus presiones cayeron en picada de 225 a 92, y sus sprints se redujeron de 221 a apenas 121. El joven prodigio también ha sufrido los estragos de la pubalgia, lesión que lo ha dejado fuera en cinco encuentros, reduciendo su protagonismo a la mitad. El Barça lo necesita encendido, pero su físico empieza a pasarle factura.

Aun así, el genio no ha desaparecido. En ataque, Lamine sigue siendo letal: tres goles, cinco asistencias y un promedio que mantiene su impacto ofensivo intacto. Su habilidad para el regate mejora y su magia con el balón continúa siendo una de las pocas luces en un Barça que exige resultados. El reto está claro: recuperar su garra defensiva sin perder el brillo que lo hizo leyenda prematura.
