El horror estalló en Chetumal: lo que cientos de familias creyeron que era un último adiós digno para sus mascotas, resultó ser una auténtica pesadilla. Bajo el nombre “Xibalbá”, un supuesto crematorio prometía despedidas con amor y respeto, pero escondía una cruel farsa. Durante más de tres años, Alejandro Yah Navarrete cobró miles de pesos por cremaciones que jamás realizó… los cuerpos de perros y gatos eran arrojados como basura en bolsas negras, pudriéndose a la intemperie.
El macabro descubrimiento se dio cuando vecinos del fraccionamiento Las Brisas denunciaron olores insoportables. Al revisar un terreno baldío, autoridades encontraron montones de bolsas con restos en descomposición. Las urnas que las familias guardaban con cariño no contenían cenizas, sino tierra y polvo de madera. Muchos rompieron en llanto al descubrir que habían sido víctimas de una cruel estafa. “Nos entregaron tierra… no a nuestras mascotas”, relató un afectado con impotencia.

Las autoridades clausuraron el lugar y abrieron investigaciones por fraude, maltrato animal y delitos ambientales, mientras la indignación crece en redes sociales. La gobernadora Mara Lezama aseguró que no habrá impunidad, pero la herida en los dueños de mascotas tardará en sanar. El “crematorio del terror” se convirtió en el símbolo del engaño más despiadado: lucrar con el amor eterno hacia los animales.
