El caos y la adrenalina dominaron el Caribe cuando un submarino cargado con drogas fue literalmente destruido en alta mar por fuerzas estadounidenses. La embarcación transportaba a cuatro presuntos narcoterroristas; dos murieron al instante mientras los otros dos sobrevivientes quedaron bajo custodia, aterrorizados y a merced de la justicia internacional. El incidente ha encendido las alarmas sobre la sofisticación de las rutas de tráfico y la guerra sin cuartel que se libra en estas aguas.
Donald Trump no tardó en presumir la operación a través de su cuenta de Truth Social, asegurando que la carga incluía fentanilo y otras drogas mortales que habrían puesto en riesgo la vida de miles de estadounidenses. “Evitémosle la muerte a 25 mil personas hoy”, proclamó el exmandatario mientras el mundo observaba las imágenes impactantes del submarino hundiéndose y las consecuencias del ataque. Los sobrevivientes, provenientes de Ecuador y Colombia, ahora enfrentarán la justicia de sus países de origen, mientras la comunidad internacional analiza el alcance de estas intervenciones.

Desde agosto, Estados Unidos ha intensificado sus operaciones navales en el Caribe, atacando embarcaciones sospechosas de traficar drogas hacia su territorio. En los últimos meses, al menos 27 presuntos narcotraficantes han perdido la vida en estas acciones, mientras el gobierno asegura que los envíos de drogas han disminuido, aunque las pruebas de sus afirmaciones siguen siendo cuestionadas. Este episodio deja en evidencia la escalofriante mezcla de narcotráfico, violencia y operaciones militares en alta mar que sacuden la región.