La frontera entre Juárez y El Paso vuelve a tambalearse al borde del caos. Cuando apenas comenzaba a recuperar su ritmo, los productores agrícolas lanzaron una nueva amenaza: un paro nacional que podría detener, otra vez, el pulso económico de la región. La advertencia, transmitida en vivo y con tono desafiante, encendió las alarmas en ambos lados de la frontera, donde miles recuerdan perfectamente el desastre provocado por los bloqueos recientes.

Tras seis días de cierres en los cruces comerciales —que dejaron pérdidas millonarias, filas interminables de tráileres y a una ciudad entera al borde del colapso— los agricultores decidieron volver a la carga después de revisar el polémico documento de más de 500 páginas que dio vida a la nueva Ley General de Aguas. Entre quejas por inseguridad en carreteras, precios injustos y la competencia desmedida de las grandes empresas, los productores aseguraron que esta vez “van a escucharlos”, cueste lo que cueste.

Mientras tanto, en la frontera reina la incertidumbre. Comerciantes, transportistas y familias temen que el 16 de diciembre vuelva a convertirse en una pesadilla, con la frontera convertida nuevamente en rehén de un conflicto que, cada día, deja de ser agrícola para convertirse en una disputa política de alto voltaje. Y, como siempre, será la gente de Juárez y El Paso quien termine pagando la factura.
