Miles de fieles desbordaron anoche la Catedral de la Ciudad en una avalancha de devoción, lágrimas y promesas dirigidas a la Virgen de Guadalupe, mientras en el exterior se vivía una verbena que parecía no tener fin. Entre el olor a garnachas, el estruendo de los tambores y el ir y venir de peregrinos, la celebración tomó tintes multitudinarios que convirtieron el lugar en el epicentro guadalupano más intenso del año.
Los matachines, con sus enormes penachos y pasos frenéticos, hicieron vibrar el atrio antes de acercarse únicamente a la puerta principal para rendir tributo a la “Morenita”, sin atreverse a ingresar mientras la misa avanzaba. Feligreses como Oralia Pérez, que solo pudo comprar una veladora por falta de dinero, acudieron entre lágrimas a agradecer “milagros y favores” en una noche cargada de emoción. Al mismo tiempo, familias enteras, como los Pérez Ríos, llegaron con urgencia espiritual para pedir por la salud de sus seres más débiles.

Las celebraciones dentro de la Catedral comenzaron desde la tarde con las Vísperas Guadalupanas, pero fue la serenata, las mañanitas y la tradicional misa de gallo lo que terminó por abarrotar el recinto hasta la madrugada. Con la Catedral abierta toda la noche y más misas programadas para este 12 de diciembre, se espera que la marea de peregrinos continúe, convirtiendo el templo en un hervidero de fe, súplicas y esperanzas.
