Desde la noche previa al 12 de diciembre, miles de peregrinos comenzaron a congregarse en la Basílica de Guadalupe, levantando campamentos y preparando sus ofrendas para honrar a Nuestra Señora en el día de su festividad. Con el paso de las horas, una inmensa corriente de fieles procedentes de todo el país se sumó a la tradicional jornada de devoción dedicada a la Virgen María de Guadalupe, cuya sagrada imagen permanece resguardada en la tilma de Juan Diego desde su manifestación en el Tepeyac hace casi cinco siglos.
Las autoridades capitalinas prevén la llegada de millones de personas a este recinto espiritual, que año con año se convierte en punto de encuentro para quienes desean agradecer favores, presentar oraciones y cumplir promesas. Tanto la antigua Basílica como el templo moderno erigido en 1965 reciben incesantes oleadas de peregrinos que, movidos por su fe, recorren largos caminos para presentarse ante la Madre de México.
La solemnidad de esta celebración se refleja en las expresiones de devoción que llenan la Calzada de Guadalupe: oraciones, cantos, mandas, caminatas de kilómetros y el tradicional avance de rodillas hacia el santuario. Incluso fuera de esta fecha, innumerables creyentes se persignan al pasar ante el recinto guadalupano, gesto que confirma la profunda veneración que la Virgen de Guadalupe inspira en el corazón del pueblo.
