Un terremoto de 6.7 grados estremeció la madrugada japonesa y puso en vilo a miles de habitantes en las costas del norte del país, donde las autoridades tuvieron que lanzar una urgente alerta de tsunami ante el riesgo de que olas de hasta un metro golpearan las poblaciones ribereñas. Las escenas de pánico se multiplicaron mientras la tierra seguía temblando y los sistemas de emergencia ordenaban evacuar las zonas vulnerables.

El sismo tuvo su epicentro a 114 kilómetros de Hachinohe, en la prefectura de Aomori, una región que no termina de recuperarse del violento terremoto de 7.5 ocurrido apenas cuatro días antes. La Agencia Meteorológica de Japón confirmó el nuevo movimiento telúrico y advirtió que el mar podría elevarse de manera repentina, desatando un episodio de riesgo extremo para las comunidades cercanas.

Con este segundo sismo en menos de una semana, el norte de Japón vive horas de tensión y alarma, mientras persisten los temores por réplicas y posibles daños ocultos. El reciente terremoto de 7.5 dejó al menos 50 heridos, y ahora la población enfrenta nuevamente el miedo, las sirenas y la incertidumbre que trae consigo un territorio que parece despertar con furia.
