El campo mexicano estalló. Desde las primeras horas de este lunes, miles de agricultores y campesinos de todo el país se lanzaron a las calles en un paro nacional que amenaza con paralizar carreteras, trenes y ciudades enteras. Cansados de promesas rotas y precios injustos, los productores exigen al Gobierno Federal un precio de garantía de 7 mil 200 pesos por tonelada de maíz, además de apoyos reales para sobrevivir a una crisis que —dicen— está dejando morir al campo mexicano.
En Chihuahua, los focos de tensión ya están encendidos: manifestantes comenzaron a reunirse sobre la carretera Panamericana, a la altura del tramo Ciudad Juárez–Ahumada, y en las vías férreas de Cuauhtémoc y Jiménez, donde advierten que, si no son escuchados, a las 10:00 a.m. comenzarán los bloqueos totales. Las fuerzas de seguridad y tránsito se mantienen en alerta, mientras crece el temor de que los cierres afecten el transporte de mercancías y el abasto en varios estados del norte.

El Movimiento Agrícola Campesino (MAC) y la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA) encabezan la protesta, que ya se siente como una rebelión rural sin precedentes. Exigen sacar los granos básicos del T-MEC, crear una banca de desarrollo agropecuario y reestructurar créditos que asfixian a miles de productores. “Si el gobierno no escucha, el país se va a detener”, advirtieron los líderes campesinos. El mensaje está claro: sin campo, no hay nación.
