En un giro explosivo que sacudió a Brasil este sábado, el expresidente Jair Bolsonaro fue detenido de emergencia tras intentar “desaparecer” su rastreador electrónico en plena madrugada. La Corte Suprema confirmó que el exmandatario, condenado a 27 años de prisión por conspirar contra la llegada de Lula da Silva al poder, habría intentado burlar a la justicia en un desesperado movimiento que encendió todas las alertas. El juez Alexandre de Moraes no dudó: ordenó su captura inmediata y explicó que Bolsonaro estaba obstruyendo el proceso de manera flagrante.
El escándalo creció aún más cuando se reveló que una vigilia convocada por su hijo, el senador Flávio Bolsonaro, podría haber servido como cortina para facilitar su fuga hacia alguna embajada cercana. Mientras sus simpatizantes se reunían, el exmandatario habría tratado de desactivar el dispositivo de rastreo que lo mantenía vigilado en prisión domiciliaria. Tras el fallido intento, elementos de la Policía Federal lo trasladaron a toda prisa a un complejo de seguridad en Brasilia, donde fue sometido a exámenes médicos antes de su ingreso a prisión.
En medio del caos político, la defensa del expresidente alegó que su cliente debe permanecer en prisión domiciliaria por motivos “humanitarios”, recordando las secuelas de la puñalada que sufrió en 2018 y múltiples padecimientos recientes. Sin embargo, las autoridades ya preparan la audiencia de custodia y una revisión urgente de la detención. A sus 70 años, Bolsonaro enfrenta uno de los momentos más críticos de su vida política, mientras el país entero observa el drama que no deja de escalar.
