La madrugada se convirtió en un escenario de terror cuando grupos criminales antagónicos tomaron las calles y desataron un intercambio de disparos que mantuvo al poblado en vilo. En medio del caos, un hombre identificado como Carlos P., de 46 años, fue presuntamente “levantado” de un taller mecánico sin que nadie pudiera intervenir. Los vecinos, encerrados en sus hogares, escucharon cómo el estruendo de los rifles rompía la tranquilidad nocturna, mientras los civiles armados dominaban el acceso principal.

El miedo se extendió con rapidez. Testigos aseguraron que la presencia de los hombres armados dejó claro que la autoridad perdió el control desde hace tiempo. Como consecuencia, las escuelas suspendieron las clases presenciales por temor a una nueva irrupción violenta. Aunque la Fiscalía declaró que el enfrentamiento no dejó personas heridas, los pobladores insisten en que la tensión vivida es solo la muestra más reciente de una zona cada vez más abandonada a su suerte.
Sobre el paradero de Carlos P. no existe ninguna pista. Su desaparición se suma a una lista de hechos que mantienen a la comunidad paralizada y exigiendo respuestas. Mientras las familias esperan noticias, lo único seguro es que el amanecer llegó sin certezas y con la sensación de que la violencia puede volver en cualquier momento.
