Tras días de tensión, presiones y un país prácticamente partido por los bloqueos, el Movimiento Campesino finalmente cedió y liberó los cruces internacionales y la aduana, luego de una reunión de alto voltaje con autoridades federales. La orden fue clara: levantar todo de inmediato. Y así, entre prisas, incertidumbre y miradas desconfiadas, los manifestantes comenzaron a recoger lonas, hieleras y hasta improvisados campamentos que habían convertido la frontera en un enorme cuello de botella.
Según Arturo Rentería, uno de los voceros del movimiento, la decisión no fue fácil, pero “la palabra ya estaba dada”. Aun así, la sensación de derrota no pasó desapercibida entre los presentes, quienes abordaron los vehículos con evidente molestia y sin ocultar su duda sobre si el gobierno cumplirá realmente lo prometido. La frontera, tras días de caos, intentaba volver a la normalidad mientras el eco de los reclamos aún resonaba en el aire.

Aunque abrieron los cruces de carga y se reactivó el tránsito comercial, la calma está lejos de ser definitiva. Grupos de campesinos advirtieron que permanecerán en guardia, listos para regresar a los bloqueos “si el gobierno se echa para atrás”. La frontera queda así en una tregua frágil, con la amenaza latente de que el caos pueda reactivarse en cualquier momento.
