¡Michoacán en llamas! La indignación por los asesinatos del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, y del líder limonero Bernardo Bravo, desató una ola de furia ciudadana en varias ciudades del estado. Vestidos de blanco y con pancartas que gritaban “Nos dueles Michoacán” y “Silenciaron su voz, pero no su mensaje”, cientos de personas salieron a las calles de Morelia, Uruapan, Zitácuaro y Apatzingán, exigiendo justicia y denunciando la impunidad que ahoga a la entidad.

La protesta más violenta se vivió en Apatzingán, donde una multitud enfurecida irrumpió en el Palacio Municipal, rompió puertas, lanzó consignas y prendió fuego al edificio entre gritos de “¡Fuera la alcaldesa!”. Las llamas devoraron ofrendas y adornos del Día de Muertos, mientras el caos reinaba en la plaza principal. En Morelia, la tensión también se desbordó: hubo golpes, gas lacrimógeno, cinco policías heridos y tres jóvenes detenidos. Michoacán volvió a ser escenario del enojo popular, esta vez avivado por el hartazgo y la sangre.

Mientras tanto, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla pidió calma y aseguró que será el gobierno independiente de Uruapan quien designe al sucesor del edil asesinado, aunque todo apunta a que su viuda, Grecia Quiroz, podría ocupar el cargo. En medio del escándalo, la alcaldesa de Apatzingán, Fanny Arreola, enfrenta fuertes críticas tras ser vista disfrutando de narcocorridos prohibidos en plena Feria 2025, apenas una semana después del asesinato del dirigente limonero. Michoacán hierve entre la rabia, el luto y la polémica.
